Según la sinópsis de la película en 1954, el majestuoso trasatlántico Antonia Graza era el orgullo de la naviera italiana. El centro del Antonia Graza era su lujoso y espléndido salón de baile, en el que las parejas bailaban durante toda la noche a los románticos compases de una orquesta en directo.
El lunes 25 de febrero de 2008, me encontró frente al puerto, en Mar del Plata y tantos barcos abandonados, viejos, destruidos me hizo reflexionar que al igual que en la película "Barco fantasma", cada uno de ellos debió y debe tener oculta alguna historia.
Fotografía: Verónica Corzo
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