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viernes, 21 de marzo de 2008

Mi reloj


Si, es mi reloj azul, el que todos conocen. El que me olvido siempre en la tu casa Cris, el que marca las horas mas lentas a la hora de diseñar con vos Flor (porque tu reloj verde corre mas que Forrest Gump), con el que juega tu hija Sole cuando agarra mi mamo, el que que esta atrasado 3 días en el contador. El mismo que me regaló mi sobrina y que Cortázar analiza en sus "Historias de Cronopios y de famas".
Al libro me regalaron para mi cumpleaños número 33 Caro y Adrián. ¿Pasará lo mismo que ocurre con el reloj según el autor?
Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

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